Welcome to my blog. Another Day in "Paradiso" was created to capture and share news, moments, memories, photos, videos and more, that make our days. One of my favorite phrases is "another day in paradise", which we use often, sometimes sarcastically, referring to our daily living in otherwise not so perfect days. With this in mind, I have long adopted the phrase "otro dia en el paradiso" (another day in paradiso), remembering that in this imperfect world we must make our own "paradiso".



"Paradiso"

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Viejo San Juan

10 jul 2011

El Monstruo De La Laguna

Cuando yo era niño nuestro barrio Tallaboa Encarnación no ofrecía muchas alternativas para nuestro entretenimiento. La cancha y el parque de pelota eran prácticamente las únicas aéreas de entretenimiento, y para los que no nos guastaba la pelota y el baloncesto, no teníamos muchas otras opciones. Aún así, eso no significa que nosotros nos moríamos de aburríamos pues siempre encontrábamos algo con que entretenernos.  
Jicoteas cogiendo sol
No podemos olvidar nuestra Playa Alegre, donde pasábamos la mayor parte del tiempo, y tanto gozábamos, y acerca de lo cual ya escribí en mis historias Playa Alegre y Playa Alegre at Night. Otro lugar que tal vez muchos no han recordado en muchos años, es el llamado Lago de Modesto, que se encontraba a aproximadamente 40 minutos de mi casa, caminando hacia el norte por el camino que subía por detrás de la casa de Don Pablo Velázquez (QEPD).

Desconozco como el lago adquirió su nombre. Tal vez fue porque el camino que llevaba a él, estaba en la joya detrás de la Casa de Don Modesto Borrero, pero en realidad no lo sé a ciencia cierta. Lo que si yo sé es que las primeras veces que yo hoy hablar de el lago, las historias que hacían, y como lo describían, por alguna razón me infundían miedo. Hablaban de un lago con sus orillas solo accesibles atravesando unas largas matas de guinea, las cuales yo desconocía, y de unas jicoteas que allí existían que podían morder a los que allí se bañaban. A mi edad entonces de unos 10 o 12 años, eso sonaba como la laguna de la película El Monstruo de la Laguna, y la jicotea como el temible monstruo.

El Monstruo del Lago de Modesto
La primera vez que fui allí lo hice con mi hermano Tony, no recuerdo mi edad, pero lo cierto es que iba con temor, esperando encontrar al gigantesco monstruo. Por cierto cuando allí llegue no me acerque a la orilla por nada en el mundo, y observaba con algo de pavor como los muchachos del barrio allí se bañaban, y jugaban no sé si de “te queda” o esconder, entre las altas plantas de guinea. Lo cierto es que nadie parecía preocupado por las jicoteas, y mucho menos por el temible monstruo que yo imaginaba. Por mi parte, mi hermano mayor tenía con él un rifle de perdigones, con el que podríamos matar cualquier monstruo que se presentara.

El lago ofrecía un ambiente de silencio, paz y tranquilidad, y sus aguas eran alimentadas por un pequeño flujo de agua que corría por una joya procedente desde el lado izquierdo. Quien podía imaginar que en los áridos montes de Tallaboa, podría existir un manantial que alimentara un lago. Que paraíso! La diminuta quebrada estaba bordeada de arboles y vegetación, ofreciendo un área de protección contra el sol. Por cierto fue en esa área donde se preparó un fogón con piedras y leña para calentar el aceite que sería luego usado para freír lo pájaros que fueron casados con el rifle.

A la verdad que al principio me dio pena ver como mataban las rolitas, pero cuando empezó a picar el hambre, me alegré de que llevaran el sartén, cuchillo y aceite, así como pan y otros algunos comestibles. Esa tal vez fue mi primera experiencia en el mundo “salvaje”, y a la verdad que la pasamos de maravilla. Una vez crecí y comencé a correr bicicleta, El Lago de Modesto se convirtió en uno de los sitios favoritos para yo visitar. Recuerdo que en variadas ocasiones fui allí con mi primo Tito, y también con mis amigos Carlitos y Luisito. Siempre era un refrigerio al espíritu el coger camino monte adentro para visitar el lago.

La última vez que lo visité sería para el año 1978 ó 79, cuando algunos de los jóvenes integrantes del Coro Santa Cecilia y la JAC fuimos allí de pasadía. No recuerdo muchos detalles de esa última visita, y solo en mi memoria está el recuerdo de nuestro camino de regreso de aquel pequeño paraíso. El resto siguen allí, presos por el monstruo de la laguna, en espera de que mis amigos que fueron ese día los liberen con sus comentarios.

No sé si el lago aún existe, pero el año pasado, mientras visité mi viejo barrio, pude ver la construcción de unos apartamentos a lo alto del monte opuesto a Tallaboa, amenazando tragarse al viejo camino, al viejo lago. Quisiera volver allí algún día antes de pasar del Paradiso al Paraíso, para revivir aquel miedo al monstruo del lago que cuando chico tuve, y luego la paz, tranquilidad, silencio y las buenas compañias y alegrías que allí compartí tantas décadas atrás.