Son las 11 de la noche, de la Noche Buena del año 1977. Mientras me preparo para ir a la Misa de Gallo a medianoche, escucho música de navidad. El burrito sabanero, La Tuna de Cayey, Salsoul Orquestra Christmas Medley, Jose Nogueras, Katrasca, Tony Croato y otros. Escucho la música y canto a la par de algunas canciones para entonar la voz, cosa de ya tener las cuerdas vocales listas para cantar con el coro durante la misa. Lo último que necesito es que se me salga un gallo mientras canto y que Mildred, la directora del Coro Santa Cecilia, me mire con sus ojos grandes mientras sonrie.
Al salir están Frank y Johnny, y acercándose viene mi concuñada Mele con su guitarra, acompañada por su vecina Luz, y tambien Mina, Millie y Miriam. Al grupo se unen mis vecinas Marti, Millie y Leti, y seguimos camino a la iglesia mientras damos una parranda andante cantando música de navidad. A llegar frente a la tienda de Agustín, nos encontramos con Don Valentín, el eterno borracho, sentado en las escaleras, quien ya sufre los efectos de su temprana celebración de la Noche Buena. Valento, (apodo dado por muchos), siempre timido y amable, a menos que sea provocado, nos mira mientras sonrie y balancea su cabeza. Valento, vente vamos para la iglesia, le dice Mele. Ahí mija, si hace tiempo que yo no voy, contesta él, con un tufo que nos deja a todos con una nota. Eso no es na’, le dice Mele, debes venir pa’ que Dios te bendiga y te libre de todo mal. Deja ver mija, si yo casi no puedo ni caminar de la huma que tengo. Pero me gusta la música que llevan ahí, añade el. Bueno pues cuídese, y cuidado con los carros, le dice Mele, mientras continuamos el paso. Dicen las historias que Valento ha sido impactado varias veces por carros durante sus borracheras, y como engomado por el alcohol, se ha levantado y seguido su camino.
Llegamos a la iglesia, donde encontramos al resto del grupo del coro. Allí esta Mildred Cuascut hablando con Freddy, Dennis, Mr. Leon y Tío Tony, repasando las canciones que se van a cantar en la misa. Yo me voy para la sacristía para ver una vez más la villa navideña que anualmente allí se monta. Como me gusta ver la villa navideña montada entre las montanas de papel, pintadas como paisajes de Jerusalén. La misa ya va a empezar así que entramos a la iglesia y nos acomodamos en la parte izquierda trasera de la iglesia como de costumbre. Mildred da la señal, y Mele, Tito y Freddy rompen con las guitarras y el cuatro, acompañadas con las maracas, güiro, panderetas y palitos. Entonamos los villancicos tal como profesionales cantores como lo hemos hecho por los últimos años. A parte de algunas excepciones, nadie podría ser solista, pero el conjunto de voces suena como un coro de ángeles.
La iglesia está abarrotada, no hay asientos vacios, y muchos están de pie pues la misa de gallo es uno de esos eventos que es mandatorio asistir, aunque nunca vallas a la iglesia. El padre Adalin Rivera está en el medio del sermón narrando el nacimiento del niño Jesús, cuando de pronto varias personas que están en la entrada principal de la iglesia hacen espacio para dejar pasar a alguien que murmulla algo mientras se hace paso. Cuando finalmente podemos ver quién es, vemos que es Don Valentín, quien llegó estimulado por la invitación de Mele. Decidió venir a dar gracias a Dios por sus largos años de vida y para que lo siga librando de los choferes borrachos, y que el alcohol no le haga daño. Alguien trata de retener a Valento para que no entre. No, deja que entre, aún los borrachos quieren adorar al niño Jesus, dice el padre Adalin.
Reunion del Coro en el 2008 |
El padre continúa con su sermón, mientras Valento, entre sueno y murmullo, atrae más atención que el mismo cura. Terminó la misa y el padre inicia la acostumbrada reverencia al niño Jesús, en la cual todos besan la rodilla de la figura del niño Jesús, mientras el la limpia con un pañuelo seco entre beso y beso. Yo lo siento pero yo no lo voy a besar, me digo a mi mismo mentalmente mientras canto, eso es anti-higiénico. La mayoría, sin pensarlo hace la reverencia. Valento, quien tambien hace la fila para rendir su adoración, perdiendo el equilibrio en varias ocasiones, se sujeta de los bancos vecinos. Al llegar su turno, sin duda ni verguenza, Valento besa la punta del dedo indice de su mano derecha y suavemente tocó la frente del niño Jesus, y luego se persigna. Seguidamente Valento continúa su paso incierto y sale de la iglesia.
Ya la misa terminó así que empezamos la fiesta afuera, mientras disfrutamos del delicioso arroz con gandules, lechón asado y pasteles, ensalada de papa, jamón con piña, guineos con mollejas en escabeche, pan de agua y ensalada por el lado. La noche esta fría, como 66 grados, y varios están temblando mientras comen y dicen “pero que frio hace”, mientras disfrutan del coquito que alguien a escondidas llevó. Valento quien ya está algo repuesto de la borrachera también hace la fila para coger su plato de comida, mientras con su media sonrisa conversa casi consigo mismo. Don Valentín, felicidades que bueno verle aquí, le dice dona Miriam. ¿Que usted quiere? Le pregunta ella. Yo quiero de to’, contestó él mientras admiraba de lado a lado el panorama del banquete en la larga mesa. Hace años que yo no como una comida como esta, dice Valento. Pues tiene que venir a la iglesia, aunque sea en la navidad para que pueda disfrutar de esto, dice Dona Miriam. Gracias, deja ver si me acuerdo, comenta él. Doña Maria Luisa le sirve un pastel completando su plato y Valento se retira ayudado por Johnny para que no se le cayera.
Cerramos la actividad tomando café y chocolate caliente, aunque no era un velorio, acompañado con queso de papa y de bola por el lado. Con las barrigas llenas y el corazón contento, entonamos cánticos de navidad. Ese pobre lechón, El Jorgorio, Feliz Navidad, El Tamborilero, La Arandelas, La Botellita, La Paloma, Verde Luz, El Sopón. Sin bien salir de la iglesia comenzaron los planes para dar varias trullas por el barrio, por lo que emprendimos camino hacia la casa de los Cuascut en la Segunda Calle. Shhhh, Shhhh, silencio, murmuramos mientras nos acercamos a la casa. Frank deja caer una maraca, y un unísono shhhhh sale de todas la bocas. La anticipación va en aumento a medida que nos preparamos para iniciar el asalto. Mele, Freddie y Tito chequean la afinación de las guitarras y el cuatro una vez más. Mele da la señal. PAAARRAAANDA!!!!! De la montana venimos…Felicidades a todos en la Navidad.