Hoy sábado en la mañana, casi al final de mi recorrido por el barrio entregando los periódicos, me encontré nuevamente con el señor de las escobas, Don Manolo, a quien penosamente nunca le recordaba el nombre. Buenos días Don Manolo, como está usted, por fin llamándolo por su nombre gracias a que mi amiga Socorro me dijo como se llamaba. Él mirándome algo sorprendido, tal vez, porque le llamé por su nombre y no “señor” como siempre lo hacía, me contesta, pues estoy bien mijo, y tu familia como está. Estamos todos muy bien gracias a Dios, aquí como siempre regando los periódicos en mi bicicleta, le contesté. Don Manolo, con su humilde vestimenta que cuenta el duro trabajo que él hace, de corta estatura, pelo negro azabache y apariencia taina, mostrando los años en su empujar de la carretilla de madera, se detuvo, y yo también.
No lo había vuelto a ver desde la vez anterior Temprano En La Mañana , cuando le saludé brevemente. Ya vi que le llevó a mami la escoba nueva, le comenté. Sí, fui el mismo día que tú me lo digites, de medio día abajo. Yo creo que ya tú te habías ido pa’ el castillo, fue ese mismo dia. Allí estuve hablando un rato con Doña Ramonita, y hasta me dio café con pan, me dice él. Ella es siempre muy conversadora y atenta y cuando yo voy siempre hablamos un rato. Esa es mami, le dije yo, que bueno que pudo ir. ¿Oye y fueron al el castillo como me dijiste? Yo, sorprendido de que se acordara le contesté, si fuimos y gozamos un montón, pasamos un día tremendo. En ese momento me acordé que yo le había dicho que iba para el castillo Valdivieso, y mi amigo Billy Bracero me recordó que era el de Mario Mercado y que también le llamaban el castillo de los perros.
¿Y quiénes fueron? Preguntó él. Pues allí estaban los hijos de Carlín y Rafaela, Miriam, Millie, Minerva y Carlitos, Socorro la hija de Don Gardel, Frank el sobrino de Fina, Johnny el de los Andujar, Violeta la sobrina de Chito. Marti, Millie y Leticia las vecinas mías y unos cuantos más que ahora no recuerdo. Era un grupito grande, le dije. ¿Y cómo llegaron allá, en la Sústituta?, preguntó el refiriendose a las viejas guaguas publicas que viajaban de Ponce a Peñuelas. No, si la Sustituta no pasa por allí, le dije. Yo lo sé, pero como fueron tantos pensé que iban en guagua, contesto él. Pues mire, fuimos caminando, digo, yo fui guiando mi guagüita blanca a paso de entierro, con el pelotón siguiéndome y turnándose los asientos y la parte de atrás según se cansaban. ¿Tu guagüita blanca? Me pregunta él confundido, y diciendo entre dientes, si tu todavía ni guías, éste nene se cree que está en “Back to the Future”. Continuando me dice; ¿Y que ustedes hacen allá cuando van? Allí no hay na’, eso esta abandonao. Pues ya le cuento, pero primero quisiera hacerle una pregunta; ¿cómo es que usted hace las escobas? ¿Es difícil?
Y cambiando la conversación a lo estilo puertorriqueño me contesta, pues mira no es difícil pero si trabajoso. Imagínate, ya yo llevo cuarenta y tantos años haciendo esto, así que para mí es fácil. ¿Y como usted las hace? ¿Que usa? ¿De qué es el palo? ¿Cuánto se tarda? Aguántate muchacho, una pregunta a la vez, me dice él. Pues mira para hacer las escobas se usa la palma esa de monte, que en realidad se conoce con el nombre botánico Leucothrinax morrisii, ó Key thatch palm, la cual es una palma pequeña nativa de Las Antillas Mayores, Las Antillas Menores del norte, las Bahamas, y los Cayos de la Florida. Ah, por eso a mí me parece estar aquí en la isla cuando la veo en la Florida, le dije yo, aunque las de aquí parecen ser más bajitas. ¿Ya vienes con lo de “Back to the Future” de nuevo? Comentó el esta vez en voz alta. No, no, nada, le dije y es que yo me invento unas historias en las que mezclo todo si importar cuando pasó. No sé porqué pero se me ocurren así, pero siga, siga por favor. Aunque debo decirle, y perdone que le interrumpa de nuevo, yo no sabía que usted era biólogo botánico ó que se yo, para saber tanto de esas palmas. Esa contestación la hubiera yo esperado de Llalima, la hija de Juan Velazquez y Milagritos Franceschi, la señora que canta estilo español, bien bonito, en las actividades de la escuela. ¿La de Milagritos? Dice él, pues si esa nena es una bebe, como te va a dar esa contestación. No olvide algo, le dije yo con una sonrisa, “Back to the Future”. Ok, ok, tu ganas, contesto é mientras reía.
Muy interesante, le dije yo, en mis casi 50 años yo nunca pensé en como se hacía una escoba, pero habiendo roto varias, mientras usted me hacia la historia, me imagine que era así. ¿Cincuentas años? No me digas, dijo él, “Back to the Future” otra vez. Ahora termina tú de contarme del viaje al Castillo, me dice don Manolo. Ay verdad, hablando como los locos por poco se me olvida. ¿Pero sabe qué? La historia está buena, pero ya se hizo larga y tengo que terminar de entregar los periódicos, así que otro día le hago la historia del viaje al castillo. De todas formas casi siempre nos encontramos por aquí “Temprano En La Mañana” así que hablamos otro día. Que tenga buen dia.
Luego de intercambiar historias, él contándome sobre sus escobas, y yo contándole sobre El Castillo a medias, continuamos nuestros caminos, el rumbo a su casa para hacer sus escobas y yo a terminar mi usual rutina Tallaboa, Periodicos y Café .
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