En la tienda me encuentro con Georgie Avilés, quien llegó a comprar pan, vestida con una bata de flores adornando su piel morena, arrastrando sus chancletas con cada paso, sonriente como siempre y su eterno guiñar de ojos. Buenos días Georgie, le digo. ¿Cuando te casas? Le pregunté. Un día de estos, estoy buscando novio, me dice. Que tengas un buen, le digo al despedirme, y se vá sonriente con su cabeza baja, su chancletear y lento caminar, con una libra de pan debajo de su brazo.
Al lado de la tienda, sentado en las escaleras está Don Valentín, Valento, con su caneca de ron al lado. Buenos días Don Valentín, lo saludo. Buenos días, me contesta, con su sincera sonrisa a medias, y con su usual hablar enredado por la huma que le acompaña. No se olvide que papi lo espera para que le desyerbe el patio, le recordé. Sí, yo paso por allá cuando se me pase la huma, el contestó. Le sujerí. chúpese dos ó tres chinas de esas que tiene ahí Agustín pa’ que coja ánimo. Que tenga buen día, me despido y me voy pedaleando.
Cuando llego al El Pueblito a recoger el San Juan Star, ya Don Gelo esta despierto listo para salir en su Cushman. Buenos días Don Gelo, como está. Muy bien, contesto él, “otro día en paradíso”, añadió. Claro que si, le dije, para mi todos los días son un día en “paradíso”. Pa’ donde va tan temprano, le pregunté. Voy pa’l pueblo, a buscar mercancía pa’ la tienda. Bueno, que tenga buen día, coja por la orillita, le dije, y el arrancó en su motora de tres ruedas, vestido de kaki, con sus gruesos espejuelos en dirección a Ponce.
Miro momentáneamente y veo la escuelita al frente de la tienda, y recuerdo en un instante, mi salón de kindergarten. Que gratos y cálidos recuerdos. El tiempo apremia y la gente espera el periódico así que apresuro el pedaleo. Llego a casa de Mrs. Díaz, la maestra de inglés. Ella esta sentada en el balcón con su esposo Don Joe, esperando el periódico, y tomando café. Good morning Mrs. Diaz, le saludé. Good morning Edil. ¿How are you? I am fine, thank you. Le contesto como si estuviera en la clase. Inmediatamente recuerdo lo cómico que es cuando ella abre su cartera y suena la alarma que tiene en ella. También recuerdo el día en que Manuelito, Manuel Alicea, que en paz descanse, le pone una tachuela en la silla del escritorio de ella. Que indignación le causo a ella, y no era para menos, pues hasta el elegante pantalón amarillo se mancho con sangre. No sé porque pero pienso que todos los muchachos de la clase se disfrutaron el evento aunque nadie se atrevió a reírse. En otra ocasión, en una de esas de trifulcas que causaba Manuelito, el salió del salón súper molesto y mientras subía las escaleras del puente le grito hacia el salón que le iba cortar con un machete las "grandes" de Cayey que ella tenía. Siempre me rio cada vez que recuerdo ese incidente.
Paso al frente de la casa de los Valedón en la primera calle, y allí esta sentado en el contador de agua de los Bauzá, Don Juanito, Don Juan sin miedo. Buenos días Don Juanito, ¿qué hace despierto tan temprano? Con su cigarro en la mano, su hablar pesado, y ronco por los noventa y tanto años que tiene, me dice, aquí mijo, no puedo dormir, pues no quiero que me encuentre durmiendo. ¿Quién? Le pregunto yo. La muerte mijo, la muerte. A mí no me coge durmiendo, yo pa’l paraíso no voy todavía, me dice. No lo culpo, le digo yo, a la verdad que aquí el “paradíso” esta bueno, y no hay que tener prisa. Tiene todavia hasta los 105 años, así que disfrute lo que le queda. Que pase buen día, me despido. Y todos los días yo veo a Don Juan, pasearse por la primera calle, alto, elegante, con su piel morena y su lento caminar, sin prisa, como el de quien no quiere llegar a ningún lado.
Cuando paso por el Boquete, veo a los pescadores descargando sus botes, después de haber pasado la noche en altamar, así que voy para allá. ¡Wao! ¡Que clache e’ langosta! ¡Y mira ese pargo! ¿Como cuánto pesa ese peje? Ese pesa como 50 libras, me dice Noé, el de los Flores, con su bronceado natural y timida sonrisa. ¿Qué más cogistes? Le pregunto. Ahí traje arrallao, chillos, pulpo, carrucho y juey dormio, contesto él. Ah pues se lo voy a decir a papi pa’ que venga a comprar. Adiós, dije mientras continúo mi ruta.
Al salir del Boquete subo hasta la segunda calle, bajo la cuaesta de Don Tano, y al pasar frente a Don Agustin El Barbero el ya tiene a alguien en la silla recortandolo. Edil, estas pelú, te hace falta un recorte, ven pa' aca. No, si me voy a dejar crecer un afro antes de que se me caiga el pelo, le contesto yo mientras pujo al subir la cuesta en la bicicleta.
Mas adelante en la tienda de Nigaglioni me encuentro con don Rafa, Mala Rueda. Buenos días Don Rafa, como está, le digo. Aquí mijo a buscar unas cosas que necesito pa’ esta noche, que tengo las Fiestas de Cruz en casa. Ah sí, yo las oí anoche desde mi casa. Se oyó bien, le digo por cortesía. Pues que tenga usted buen día, y guie con mucho cuidado, le digo al marcharme recordando lo mal que guía. Dale saludos a Don Quique y Doña Ramonita me contesta él. Serán apreciados, grité yo mientras me alejo en la bicicleta.
Continúo hasta llegar a la gran cuesta, la de Doña Soti, donde me detengo para dejarle el periódico, y luego de de disfrutar el sabroso café que ella me ofrece, subo hasta la tercera calle. Al llegar al negocio del papá de Chiro Melendez en la tercera calle me encuentro con el escobero, señor de baja estatura, trigueño por el sol, pelo negro lacio, con su ropa ajada, y humilde manera, que bajaba del monte por la cuarta calle, con su carretilla de madera llena de palmas para escobas. Como nunca me acuerdo de su nombre sólo le digo “buenos días, ya recogió las palmas pa’ las escobas”. Si mijo, siempre voy tempranito pa’ que el sol no me castigue. Ahora voy pa’ hacer unas cuantas escobas que me pidieron. Pues cuando pase por casa, lláme, porque la última que mami compró ya está en lo último y creo que se necesita otra, le digo. Está bien, yo paso por allá cuando termine, contesta él. Pues nos vemos que tengo prisa porque ahorita vamos los muchachos del grupo a salir, le digo yo. ¿Y pa’ donde van? Pregunta él. Creo que vamos pal Castillo, el de Mario Mercado, que esta allá abandonado en los montes detrás de la CORCO. Ah sí, dijo él, ese lugar da miedo, yo iba allí a llevar escobas cuando ellos todavía vivían allí, pero nunca más he vuelto desde que lo cerraron. ¡Tengan cuidado! Exclamó él mientras yo me alejé.
JAJAJAJAJAJA QUE RECUERDOS ESOS...AL LEERLOS ME TRANSPORTA A LA EPOCA Y LO VOY IMAGINANDO TODO, DEFINITIVAMENTE ESO ERAN DIAS EN EL PARAISO NO HAY DUDA CUANDO ESTES CON UN BAJON DE TALLABOA Y TENGAS UNOS DIAS LIBRES O UN WEEKEND LARGO PONTE DE ACUERDO CON MINA QUE TAMBIEN ESTA LOCA POR DARSE UNA ESCAPADA Y NOS VAMOS POR AHI A RECORDAR O UNICO ES QUE USTEDES ME VAN A TERNER QUE EMPUJAR JAJAJA....HERMOSO RELATO
ResponderBorrarTENGO UNA ACLARACION EL ESPOSO DE MRS. DIAZ NO ERA DON GOYO, SE LLAMABA DON JOE. DON GOYO ERA EL ESPOSO DE MRS. FIGUEROA LA DE ESTUDIOS SOCIALES QUE TENIAN LA TIENDITA EN LA EQUINA Y LA CASA ATRAS. ELLA ERA BRIGIDA FIGUEROA,....HAS MEMORIA Y TE VAS A ACORDAR.
Socorro, creo que tu escribistes el comentario de arriba. Tienes razón, el esposo de Mrs Díaz era Don Joe. Corrección hecha. Gracias por la aclaración.
ResponderBorrarwow que recuerdos,en especial Don juanito que nos decia subete la falda y te doy un chavito que viejo loco pero como quiera se le queria mucho, me encanta las memorias de mi pueblo, parece que estoy alli en estos momentos, quisiera retroceder el tiempo y nunca haber salido de alli.
ResponderBorrarQue chevere cada vez que escribes en tu blog, wao, si me acorde de Georgie y de Valento, me encanta la forma linda que te expresas de Tallaboa y de la gente linda de nuestro barrio. Awwwwww gratos recuerdos!!! Gracias Edil!!!!
ResponderBorrarIrazema
Mi querido Edil, tu te las traes. Con cada entrada de tu BLOG me monto en la nave del recuerdo y me transporto a esas calles de Tallaboa. Veo lo que escribes y visito a nuestros personajes del barrio. Me parece estar montada en la bicicleta contigo. You should write a book. LUV YA!
ResponderBorrarMillie
Gracias Edil:
ResponderBorrarLa nostalgia se hace mas facil con tus blogs. Quisiera estar alla de nuevo, pero con las mismas amistades. Nosotros vivimos en aquel paraiso y disfruatamosde las cuestas, la playa, el monte,el castillo, etc. Esa vida no la cambio, nuestras vidas en ese aspecto creo fueron mejor que la de nuestros hijos (desafortunadamente para ellos). Sigue escribiendo que yo seguire sonando.
Mina
QUE BELLO...TEMPRANO EN LA MAÑANA...AL LEERLO ME TRANSPORTE A ESA EPOCA TAN QUERIDA...CADA CUAL TIENE RECUERDOS DE SUS TIEMPOS...EN LA FOTO IGUAL COMO TE RECUERDO...LA TIENDA DE LOS NIGAGLIONI ACTUALMENTE LA COMPRO MI HERMANA JUDY Y LA REMODELARON HACIENDOLA SU RESIDENCIA DE AHI SE VE TODA LA PLAYA Y EL BARRIO QUE NO HA CAMBIADO MUCHO DESDE UN GASEBO QUE CONSTRUYERON EN LA PARTE DE ATRAS DE LA RESIDENCIA...
ResponderBorrarTe acompañé en el recorrido que hiciste por Tallaboa. Te quedó muy bien. Creo que tienes muy buena mano para redactar historias como esta. Hasta podrías escribir tu propio libro. Quien sabe si eres el próximo prospecto que se haga famoso escribiendo alguna novela. Felicidades!
ResponderBorrarNo soy de Tallaboa, ni conozco a nadie alli...pero tengo muchos recuerdos...Recuerdo cuando mi bisabuelo, papa Enrique(bisabuelo tambien de Edil),se sentaba el el balcon de la casa grande y nos decia de donde llegaba cada barco que entraba por el puerto a la refineria. Recuerdo cuando sentados en la puerta de la cocina, los primos mayores nos contaban extra~as historias de mounstruos que habia alla arriba donde el monte terminaba a nuestra vista. Jamas me atrevi a subir tan alto...Recuerdo el dia que murio papa ENrique, nos metieron a todos en casa de Edil porque eramos chiquitos para presenciar un velatorio....pero igual nos apostamos todos en una ventana para mirar como lo bajaban el dia del entierro (Luis siempre dice que el carro funebre se atasco en el caliche). A~os mas tarde, me quedaba en casa de Viony y compartiamos algunas de tus aventuras, como la vez que nos fuimos todos a los mangles. Llevamos dumplines que nos hizo titi Ramonita... Para nosotras, criadas en la ciudad....toda tu rutina era una maravilla...Tengo muchos recuerdos de cuando Papa y Mama vivian en Tallaboa...
ResponderBorrarSocorro, Ya me curé del bajon el fin de semana pasado. Disfrute mucho compartir con ustedes.
ResponderBorrarWanda, para ese tiempo yo era chiquito y lo unico que recuerdo es haber estado fuera del Damas Viejo la noche que abuelo murio. Fue alli? A parte de eso no recuerdo nada mas de ese momento.
Recuerdo con alegria cuando ustedes iban a Tallaboa y ibamos a la Playa Alegre, y tambien al monte a volar chiringas, y vistes no habian monstruos... LOL